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América fue pensada libre, justa, extensa

sábado, abril 16, 2005

El Sacrificio y el Amor

Adrián, aporte desde el arrecife.

La consecuiencia inevitable del emoción que llamamos amor es el sacrificio.Por ello, el amor contiene la llave del cielo y del infierno.

Este esquema de luz y sombra, calza perfefectamente con una pulsión natural o una dinámica psicológica inquebrantable.

Ahora, me estoy sacrificando, asumí este infierno como parte del cielo y estoy caminando a través de él, sin dolor y con el pecho lleno de amor. Estoy solo y, al mismo tiempo, más acompañado que nunca. Siento que persistir en el amor, a pesar del sacrificio, es necesario para un aprendizaje que intuyo, una suerte de tranformación que eleva y libera.

Al fin y al cabo, me refugio en la creencia de que el sacrificio es la expresión más pura del amor, aquella parte sagrada del erotismo, el río de aguas cristalinas que da vida al amor y a la alegría.

Cuando el sacrificio se ausenta, el amor muere lentamente hasta que el sentido de carencia del ser amado, mágicamente trae de regreso la emoción del querer, bajo el ropaje tardío de la nostalgia.

Por otro lado, el sacrificio del amante, produce en él una metamorfosis, un efecto de muerte y renacimiento: El sujeto que se definía básicamente en relación a su amor, se va extiguiendo junto a sus imágenes y afectos, se detiene un momento en la nada y amanece a una nueva etapa, bajo una nueva identidad, bajo un nuevo paradigma.

En definitiva, el dolor no es malo, el dolor sólo habla del peligro, de la tensión en nuestro viaje.

En esta danza eterna, se daña el yo estático, el yo que se apega a lo que tiene, a lo transitorio. En cambio, el yo que se aferra a la esencia del ser humano es el que irrumpe desde el infierno y, a través del dolor, nos retorna a la condición de ángeles.