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América fue pensada libre, justa, extensa

jueves, diciembre 07, 2006

Buenos Aires III Laura


un rinconcito del Tortoni



Laura tiene el cabello cargado de luz. Tiene un alma que contagia dulzura.

En su barrio, los árboles entregan flores amarillas que caen por la noche como un granizo dorado.

Su gata tiene once años. Su perro ladra y mueve la cola con la alegría de un niño que come helados por primera vez.

Sus hijos son un tesoro de ternura.

Él, vive con la atención puesta en su mundo interior, más que en lo cotidiano. Lo vi y lo reconocí como un hermano de ruta.

Ella, dueña de una sonrisa maravillosa, es inmensamente libre, aventurera, cómplice de sus sentidos.

J., el marido de Laura, es un hombre dulcemente conectado con su propia alma. Serio, pero jovial. Cariñoso pero fuerte. Práctico y generoso.

Laura buscó ampliar sus horizontes en el viejo mundo. Cuando se sació de libertad, surgieron en ella las ganas de regresar a su ciudad, a ese río que llena de calor húmedo las calles.

Sin embargo, el amor dijo otra cosa y pasó casi una década en las ciudades aplastantemente materialistas de la América del Norte. Ciudades que amo, pero que me complican.

Ahora está de regreso. Dichosa de estar a cargo de sus queridos hijos. Entretenida con abrir las ventanas y las almas del mundo a través de su pantalla.

Me encanta su desinhibición, su tolerancia, su amistad con Charruita, su inquietud deslumbrante por conocer nuevos senderos.

Su trabajo, compatible con su vocación de hogar, es la traducción. Ello implica transitar entre distintos mundos, conectarlos, hacerlos uno.

Me emocionó que me preguntara por Luz y Alma, por mis lazos actuales con ellas. De esa forma se cumple mi propósito de hacer trascendentes y universales esos amores.

Con la dulce Paola, Laura, J y los niños, conversamos con las palabras, con las miradas, con las imágenes mudas del Taot, con las risas.....durante una cena en que se cortó la luz, una noche calurosa de primavera, allí, cerca del Hipódromo de San Isidro.

Evidente, la carta de esta mujer es la Emperatriz.


San Isidro


¿Mamá, para qué se casa la gente?, preguntó la hija de Laura, justo frente a esta Catedral que encabeza este artículo.

Laura: ¿Fue esa la pregunta?