invitación
Shakespeare en “Los Andes”
La Tempestad (1611) es la obra musical, con que William Shakespeare cierra sus trabajos.
Uno de los principales atractivos de este Romance o Tragicomedia radica en su valor iniciático; no sólo en cuanto presenta la historia de un héroe que tras una serie de pruebas y promesas, accede a un nuevo estadio en que fulguran los nobles ideales humanos, sino que, en cuanto describe los lazos de respeto y amor fraternal que se deben entre sí los iniciados.
Cabe agregar que la dinámica y el leguaje empleado por Shakespeare guardan estrecha semejanza con el que observamos en los ritos masónicos.- Por ejemplo: Se marca un tiempo y un lugar sagrado; se realizan los trabajos conforme a un plan; se traza un juego de oposiciones entre lo masculino y lo femenino, la voluntad y los ideales, la materia y el espíritu; se cierra la obra con la formación de un círculo mágico.
Otro punto de seducción, no menos importante, es el que surge de presentar “personificados”, los diferentes aspectos de la mente humana, a saber, la conciencia, el inconsciente, el pensamiento, la imaginación, el deseo, la culpa, la voluntad, los altos ideales. En este punto, no podemos dejar de acotar que el cuadro de personajes constituye un verdadero naipe de tarot.
En el plano ético, la obra resalta el valor de la misericordia como vía de liberación del hombre y del mundo, subrayando que sólo el perdón generoso cierra el cículo trágico del odio y la violencia.
Desde la perspectiva histórica, “La Tempestad” constituye “literalmente” parte de los festejos de celebración del enlace entre dos príncipes que auguran una estrecha alianza entre las potencias protestantes del siglo XVII, esto es, Inglaterra y el Palatinado (Principado Alemán).
Pero, en otra lectura más profunda, describe las visiones y esperanzas que se tejen en el viejo mundo sobre nuestro Continente, recién entroncado con su historia.
Shakespeare se da el trabajo de citar literalmente a Montagne para explicar la idea de América como una tierra de abundancia en que los nativos se desarrollan felices, lejos de las instituciones opresivas de los países post- romanos.
Sin embargo, también se ocupa de mostrarnos una visión “colonialista” de nuestra tierra, habitada por seres ajenos al idioma y a toda civilización, incapaces de “relacionarse con las naturalezas puras”.
En otro plano, esta Tragicomedia nos muestra el poder de la envidia - del deseo mimético- como motor de la acción dramática y de la historia.
En lo que concierne a la reflexión sobre las artes, “La Tempestad” , uniendo textos de Ovidio con la poesía isabelina, nos presenta al artista como un verdadero mago, capaz de detener el sol a mediodía y de levantar a los muertos de sus tumbas, capaz de contribuir a la formación afectiva y ética de los espectadores, capaz de reconfortar una “imaginación desarreglada” mediante el más poderoso de los hechizos, la “música”.
Por ello, no es extraño que Beethoven se inspirara directamente en la obra que comentamos al componer dos de sus sonatas, “La Tempestad” y “La Appassionata”.-
Otro plano interesante del texto es la utilización de crónicas Patagónicas como fuentes de su redacción.- Esas fuentes provocan la introducción de un Dios sudamericano “Setebos” y , en nuestra opinión, de uno de nuestros seres mitológicos, el “Imbunche”, el monstruo deforme que nunca aprende hablar y que es empleado por los brujos para la custodia de su caverna.
El colectivo teatral América ha nacido de la mano de este regalo de Shakespeare, construyéndose a sí mismo, bajo la perspectiva de compartir y escudriñar los misterios de esta obra que presentamos bajo la adaptación del poeta . Gonzalo Villar
En esta puesta en escena participan:
Ximena Núñez Directora
Daniel Galaz Iluminador
Gonzalo Villar Próspero
Maximiliano Abraham Calibán
Alfredo Castro Ariel
Alejandro Fernández Gonzalo
Angélica Palacios Miranda
Eduardo Saldivia Alonso
Jorge Olivos Sebastián
Francisco González Antonio
Susana González Bailarina
Anita Peña Bailarina
Pía Gómez Bailarina